Recuerden enviarme y enviarse entre ustedes vía whatssap la grabación, cuando tenga los números telefónicos de todos formo un grupo para que todos se escuchen.
Pongan todo su esfuerzo, la experiencia de un concurso es muy estimulante y ustedes son muy capaces. Éxitos en la preparación.
Eugenio de Santa Cruz y Espejo, honorable
patrono de la institución que me acoge, hoy quiero mantener un diálogo contigo,
quiero contarte que aquí, en el Ecuador,
ahora existen instituciones educativas
donde personas como yo, bajo la tutela
de ecuatorianos y ecuatorianas que conocen nuestro legado histórico, podemos
manejar diálogos que aun cuando usan un lenguaje sencillo resultan ser reflexivos,
críticos y argumentativos, tal como tú
los soñabas en tu época, alejados del sermón y el elogio fúnebre que
caracterizaban a aquellos de antaño que se pronunciaban en los púlpitos.
Para tu satisfacción las críticas que hiciste
en tu trilogía formada por el Nuevo
Luciano de Quito, Marco Porcio Catón y la Ciencia Blancardina surtieron efecto, ahora habemos sujetos históricos que
aprovechamos todos los espacios posibles
como este para dar muestra de la intelectualidad laica que a través de tus
críticas culturales dejaste ver claramente cuanto la anhelabas.
En el nuevo Luciano de Quito visionabas
a los criollos como un grupo que había de encabezar reformas, no te
equivocaste, en ellos encendiste la idea libertaria, que una vez madura desembocó
en la abolición del yugo español.
Como suele pasar, Eugenio Espejo,
fueron criollos, mestizos, indios y negros los que lucharon en las trincheras,
sin embargo no todos fueron libres, tuvimos que esperar que el General Urbina
estuviera en el poder para abolir definitivamente la esclavitud.
Tus aportes dieron surgimiento al
pensamiento ilustrado ecuatoriano, abrieron paso al humanismo del siglo XVIII,
hicieron despertar la conciencia de la problemática nacional y la necesidad de
contar con centros de educación superior de tipo público.
Nos convertimos Eugenio Espejo en
una República que pasó por algunos períodos, de los cuales te voy a citar como
nefastos al Floreano que fue combatido por el Marcista, el Garciano que se caracterizó por ser
conservador, que tuvo como fuerte crítico a Juan Montalvo y fue sustituido por
el Liberal cuyo máximo representante fue el General Eloy Alfaro, en este
período se reafirmó la democracia, el
laicismo y los derechos de la mujer.
Hubo luego un período de cambios
que antecedió al Velasquismo al que siguió el Dictatorial que llegó a su fin en
1979, año en el cual el país regresó a la democracia.
En cada período en menor o mayor
grado hubieron aciertos y desaciertos, pero lo que jamás ha decaído es el
indomable espíritu de la libertad cuya semilla tú la sembraste, el pueblo se ha
mantenido prudentemente alerta para defender sus derechos pero muy a pesar de ello hemos perdido territorio y hemos
permitido la explotación de nuestros recursos a empresas extranjeras que se han
llevado el mayor porcentaje de las ganancias, todo esto porque nuestros
gobernantes han cedido a las presiones de ambiciones extranjeras.
Frente a esta realidad, en mi
calidad de niño espejino, te evoco
Eugenio Espejo para recordar a toda la sociedad ecuatoriana que tu fuiste un
precursor que tuvo la valentía de denunciar como todos los mortales lo hacemos,
pero que además, tuvo la valentía y la erudición
para esbozar alternativas y soluciones, no solo viste los problemas como tal, hallaste
con brillantes sus soluciones
Si cada miembro de la sociedad
ecuatoriana aprendiéramos de ti a ser más críticos y valientes, no permitiríamos
que ninguna extranjera ambición nos ultrajara y sabríamos ser más asertivos al
momento de elegir a nuestros gobernantes y lo que es más importante cuando
niños albergaríamos el deseo de dirigir algún momento nuestra Patria y por ello
trabajaríamos incansablemente hasta concretarlo en un futuro.
Eh, ahí la labor del maestro,
formar líderes, seres integrales dotados de conocimientos y valores en cuya
sangre se inyecte ante todo el valor de la identidad ecuatoriana, ideal que tú,
Eugenio Espejo siempre lo defendiste en lo que fuera antes nuestro territorio.
Señores, señoras
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